maria en su estudio

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OBRAS AÑO 2009



BARCAROLAS

De ARMANDO BARONA MESA

La primera sensación que infunde la pintura de María Esperanza Londoño es la de un recogimiento sagrado y cósmico que se diluye en el silencio. En su pintura abstracta ella expresa el llamado no solo del color y la forma, sino la respuesta a los ecos de su propio yo, absorta espectadora de la creación universal, que no termina de ocurrir en medio de la indiferencia. La sensibilidad de esta pintora nos conduce a la recreación de aquellos colores primitivos, capaces de darle existencia a un mundo, que ella capta con formidable discurso, en medio del cual, como su testigo más fiel, va definiendo la silueta del hombre confundido en la roca, el incendio, la fragua ígnea y el delirio, que no se ajusta a un destello realista, sino al sempiterno juego de luces y sombras que marcan su camino. Recuerda en la plástica lo que la música comunica portentosamente la Sexta Sinfonía, Patética, de PiotrTchaicovski.
María Esperanza ha venido ganando su propia identidad con fecundas horas de consagración y esfuerzo. Se diría que ha logrado ya el prodigio de llevar al lienzo sus interioridades poco descriptibles, como que en cada forma le abre paso al libre vuelo de sus elucubraciones oníricas, equilibradas con sabios contrastes y combinaciones audaces pero de una gran expresión.
En su obra múltiple Barcarolas, para no citar sino una, despliega un conjunto de barcas de proas puntiagudas y esbeltas, que se recortan sin popa, es decir, que es preciso destacar que solo importa la partida hacía lejanos y brumosos horizontes, al fondo de los cuales, entre el incendio de todos los crepúsculos, descuella su silueta, al vuelo, un ave misteriosa que todo lo llena, y que no puede ser sino la forma inexistente del ideal, que es como un sueño eterno e inasible.

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